Algunos historiadores
afirman que la teoría del flogisto puede
considerase como la primera gran teoría de la química moderna.
A principios del siglo XVIII, el médico Georg Ernst Stahl (1660-1734)
siguiendo las ideas de su maestro J.J.Becher (1635-1682), propuso una explicación
conjunta de la calcinación de los metales, la combustión
de los cuerpos combustibles y la respiración de los animales, basada
en la existencia de un "principio de la combustibilidad" que denominó
"flogisto". De acuerdo con sus ideas, los metales estaban formados por
flogisto y la cal correspondiente, de modo que, cuando se calcinaban, el
flogisto se desprendía y dejaba libre la cal. Del mismo modo, para
obtener el metal a partir de la cal, era necesario añadirle flogisto,
el cual podía obtenerse a partir de una sustancia rica en este principio,
como el carbón, por ejemplo. Un buen ejemplo de los libros que emplearon
esta teoría es la popular obra de Joseph Macquer, Élémens
de chymie-théorique, de donde procede el siguiente texto:
P. Macquer, Élémens de chymie-théorique... Paris, Chez Didot, 1756
Capítulo I. De los principios. Apartado V: El flogisto
Se deduce de lo que acabamos de decir sobre la naturaleza del Fuego, que nos es imposible retenerlo y fijarlo en ningún cuerpo. Sin embargo, los fenómenos que presentan las materias inflamables mientras arden, nos indican que contienen realmente la materia del Fuego como uno de sus principios. ¿ A través de qué mecanismo este fluido tan penetrante, tan activo, tan difícil de retener, para el cual ninguna sustancia es impenetrable, se encuentra, no obstante, fijado de tal manera que forma parte de los cuerpos más sólidos?. Es esta una pregunta que resulta muy difícil contestar de modo satisfactorio (...) Examinemos las propiedades de este Fuego fijo, convertido en principio de los cuerpos, al cual, para distinguirlo del fuego puro y libre, se ha designado con el nombre griego Phlogistos, que los químicos franceses han generalmente acordado traducir por el de Phlogistique. Se le da también el nombre de principio azufre, o de materia inflamable. He aquí en qué difiere del Fuego elemental:
1.- Cuando se une a un cuerpo, no le comunica ni calor, ni luz.
2.- No cambia en absoluto su estado de solidez o fluidez, de
modo que un cuerpo solido no se transforma en fluido por la adición
de flogisto, y viceversa; solamente deja a los cuerpos con los que se une
más dispuestos a entrar en fusión por acción del fuego
ordinario.
3.- Podemos transportarlo de un cuerpo con el que está
unido a otro cuerpo en el cual participa en su composición o permanece
fijo.
Estos dos cuerpos, tanto aquél al cual se le quita el flogisto
como aquél al que se le da, experimentan por ello cambios muy considerables.
Es este último fenómeno el que nos lleva particularmente
a distinguir el flogisto del fuego puro, y a considerarlo como el elemento
del fuego combinado con alguna otra sustancia, que le sirve como base para
formar una especie de principio secundario; puesto que si no se diferenciaran
en nada, deberíamos poder introducir y fijar el fuego puro en los
mismos cuerpos en los que nosotros introducimos y fijamos el flogisto,
lo cual es, sin embargo, imposible, como se verá por las experiencias
que serán descritas a continuación.
Hasta el presente los químicos no han podido llegar a
tener el flogisto puro y separado de toda otra sustancia, puesto que no
hay más que dos medios para separarlo de un cuerpo del cual forma
parte: a saber, presentarle otro cuerpo, con el cual se une en el mismo
momento en el cual se separa del primero, o bien calcinar e inflamar el
compuesto que se pretende separar. En el primer caso, es evidente que no
se tiene el flogisto puro, puesto que no hace más que pasar de una
combinación a otra; y en el segundo caso, el flogisto se descompone
y se disipa enteramente, de modo que es absolutamente imposible retenerlo.
La inflamabilidad de un cuerpo es una señal certera de que contiene el flogisto; pero del hecho de que un cuerpo no sea inflamable, no se puede concluir que no lo contenga en absoluto; porque la experiencia nos ha demostrado que existen ciertos metales abundantes en flogisto que no son inflamables.
[...]
Capítulo VI: De las sustancias metálicas en general
Las sustancias metálicas son cuerpos pesados, brillantes,
opacos y fusibles. Están compuestos principalmente de una tierra
vitrificable unida con el flogisto. [...]
Es necesario comenzar por hacer mención de las experiencias
que prueban que las sustancias metálicas están compuestas
de una tierra vitrificable unida con el flogisto. La primera es que al
calcinarlas de modo que no puedan tener comunicación con otra materia
inflamable, se les puede quitar todas sus propiedades, reduciéndolas
a una tierra o cal privada del brillo y de la ductilidad metálicas,
la cual puesta al fuego, en lugar de fundirse en metal, se transforma en
auténtico cristal [verre]. La segunda es que las cales o cristales
[verres] procedentes de los metales descompuestos de este modo, recobran
todas sus propiedades metálicas cuando se les hace fundir de modo
que tengan un contacto inmediato con materias inflamables que le restituyen
el flogisto del cual se les había privado durante la calcinación.
Señalemos, a este respecto, que los químicos no
han podido aún llegar a otorgar las propiedades metálicas
por adición de flogisto a todos los tipos de tierras vitrificables
por igual, sino sólamente a aquellas tierras que han sido ya, ellas
mismas, parte de un cuerpo metálico. Por ejemplo, con el flogisto
y la arena no se puede formar un compuesto que tenga algún parecido
con un metal (...) Cuando se restituye a un cristal [verre] metálico
su forma de metal por adición de flogisto, esto se llama reducir,
resucitar o revivificar un metal.